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Hace apenas unas semanas, un acuerdo entre el Gobierno de Nicolás Maduro y el líder opositor, Juan Guaidó, sobre la respuesta al coronavirus, encendió esperanzas de que ese pacto pudiera ser el primero de varios que llevaran a un final de la larga crisis política que atraviesa Venezuela. Pero esta semana se demostró que eso no será así.
El detonante de la nueva tensión en el país vecino fue cuando el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), afín al Gobierno, nombró a los nuevos miembros del poder electoral, lo que fue muy criticado por la oposición por ser una designación hecha ‘a dedo’.
Esto generó un boicot de los partidos opuestos al Gobierno a las elecciones a la Asamblea Nacional (único poder en manos de la oposición), que se tendrían que celebrar este año, aunque todavía no tengan una fecha definida.
“Se puede decir que esta es una semana en la que el chavismo ha planteado sus cartas. Estas elecciones a la Asamblea Nacional son importantes para Maduro no tanto para lograr una legitimidad internacional, sino para hacerlo de cara a sus aliados, especialmente China y Rusia.
Estos requieren de cierta estabilidad para llegar a nuevos acuerdos, pues sienten que si no tienen en aval del Parlamento, un futuro gobierno podría tumbarlos. Por eso, a pesar de la pandemia, insiste en celebrar los comicios”, explica Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
Precisamente, son varios los movimientos que tuvieron lugar estos días. En primer lugar, el Tribunal Superior suspendió a las juntas directivas de los dos de los principales partidos opositores, Acción Democrática y Primero Justicia.
Sumado a esto, luego permitió que pequeñas formaciones y partidos puedan participar en las elecciones, lo que serviría a su vez para dividir, aún más a la oposición del país.
“El Gobierno con esto trata de entrar en las dinámicas de la oposición, la cual diría que desde el golpe de estado de 2002 no estaba tan dividida como hoy. Hay una gran separación por las peleas internas no solo como bloque, sino al interior de partidos. Con esto lo que Maduro busca es consolidarse e instrumentalizar la pandemia”, apunta Rodríguez.
Pero, de hecho, las peleas internas no son lo único que beneficia a Maduro, pues como indica el experto, la imagen de Guaidó ha venido deteriorándose por su falta propuestas ante la crisis, al tiempo que la oposición en su conjunto depende demasiado de una comunidad internacional que está muy ocupada por luchar contra la pandemia.
Por último, en los últimos días también ha habido varias alertas al respecto de la pandemia, en cuanto a que el Gobierno de Nicolás Maduro podría usarla para instrumentalizar un mayor poder y control de la ciudadanía.
Como dice el analista de la Universidad del Rosario, “uno de los mayores miedos es que esta situación, en un contexto de sanciones y presión mundial, le dé los instrumentos necesarios para pasar de ser un régimen autoritario a uno totalitario”