Científicos aseguran que manejar lento es tan peligroso como hacerlo rápido: por qué
Aunque pueda parecer algo prudente, mantener una velocidad inferior a la del flujo normal del tráfico
Caricatura 2 Foto: EL TIEMPO
PERIODISTA ESPECIALIZADA EN TECNOLOGÍAActualizado:
Cuando se habla de seguridad vial, la mayoría de los esfuerzos y campañas se centran en combatir el exceso de velocidad.
Sin embargo, existe un riesgo menos visible pero igualmente relevante: conducir demasiado despacio. Aunque pueda parecer una práctica prudente, mantener una velocidad inferior a la del flujo normal del tráfico puede convertirse en un factor de riesgo y generar situaciones peligrosas en carretera.
Circular por debajo de la velocidad media del resto de vehículos altera la dinámica del tráfico. De acuerdo con diversos expertos en seguridad vial, un conductor demasiado lento puede obligar a quienes le siguen a realizar frenadas bruscas o maniobras arriesgadas de adelantamiento. Este tipo de comportamientos no solo entorpecen la circulación, sino que incrementan la posibilidad de colisiones por alcance, especialmente en vías rápidas o autopistas.
Así lo demostró el investigador David Solomon en un estudio pionero publicado en 1964, cuyos hallazgos siguen siendo plenamente vigentes en la actualidad.
El estudio que cambió la visión sobre la velocidad
Entre las décadas de 1950 y 1960, Solomon analizó más de 10.000 accidentes de tráfico, estudiando no solo los vehículos implicados, sino también las características de las vías, las condiciones de los siniestros y las declaraciones de los conductores. El objetivo era determinar la relación entre la velocidad y la probabilidad de sufrir un accidente.
Los resultados fueron reveladores. Solomon concluyó que no existía una relación directa entre el exceso de velocidad y una mayor siniestralidad, sino que el verdadero factor de riesgo era la diferencia de velocidad entre un vehículo y el flujo medio del tráfico.
El investigador representó sus conclusiones en una gráfica con forma de curva: en ella se observa que la probabilidad de accidente es mínima cuando se circula a una velocidad cercana a la media del resto de los vehículos, y aumenta de forma exponencial cuanto más nos desviamos de esa media, tanto por exceso como por defecto. En otras palabras, ir demasiado lento puede ser tan peligroso como ir demasiado rápido.
Más riesgo al ir despacio que al ir rápido
Uno de los datos más sorprendentes del estudio de Solomon es que las probabilidades de sufrir un accidente aumentan más al circular por debajo de la velocidad media que al hacerlo por encima. Según el análisis, ir 20 millas por hora más despacio que el tráfico general triplica la tasa de accidentes en comparación con circular 20 millas por encima.
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Esto demuestra que la lentitud excesiva (particularmente cuando no está justificada por las condiciones de la vía o del entorno) rompe la fluidez del tráfico y provoca reacciones imprevistas, como frenadas bruscas, cambios de carril repentinos o maniobras de adelantamiento arriesgadas.
El exceso de velocidad sigue siendo un problema
No obstante, los resultados del estudio de Solomon no deben interpretarse como una defensa de la velocidad excesiva. Circular por encima de los límites legales también incrementa notablemente las probabilidades de sufrir un accidente grave o mortal.
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