Barniz social de la tributaria

Del Congreso dependerá si la ‘pata’ social del alza de los impuestos es robusta o su rol es mitigar el impacto hacia las elecciones.

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El presidente Iván Duque anunció, en el marco de la Asamblea del BID en Barranquilla, una serie de medidas fiscales orientadas a la población vulnerable que acompañarán la inminente reforma tributaria.
El primer mandatario bautizó este paquete como la “agenda de transformación social sostenible”. Se trata de seis iniciativas que buscan constituirse en la “pata” social de un alza de impuestos en medio de la peor crisis económica del país en la historia contemporánea.
Esta nueva agenda de Duque no incluye nuevas propuestas ni apuestas audaces para una política social pos-covid. Es, al igual que el plan de reactivación económica, una compilación, y en algunas casos extensión, de programas y metas ya existentes.
El Gobierno Nacional adjuntará a su tercera tributaria ampliar la cobertura, subir el subsidio y volver permanente el programa de Ingreso Solidario; cumplir con la meta de dos millones de hogares beneficiarios de la compensación del IVA y extender el programa de subsidios a la nómina (PAEF).
La agenda la completan incentivos para la contratación de jóvenes entre 18 y 28 años, la consolidación del programa de educación gratuita y un “alivianamiento”, en palabras de Duque, de la carga tributaria para las micros y pequeñas empresas.
No es la primera vez que la Casa de Nariño aplica un “barniz” social al trámite de una reforma de impuestos para mitigar sus impactos en el ambiente político y en la opinión pública. La aprobación de la segunda tributaria a finales de 2019, en medio del intento descontento social, incluyó también la compensación del IVA, los tres días sin IVA -desarrollados en el año de la pandemia- y la promoción del empleo juvenil.
A pesar de estas ‘zanahorias’, que en sí mismas benefician millones de hogares y empresas y cuyas ventajas son ya conocidas, una reforma tributaria siempre contiene ese inevitable ‘garrote’.
La próxima semana, con la radicación del texto definitivo del proyecto de ley en el Congreso de la República, habrá mayor información sobre la verdadera dimensión tanto de las ‘zanahorias’ como de los ‘garrotes’.
Si el ambiente político y social de finales de 2019 era complejo, impulsar un alza de impuestos en medio de la pandemia, la reactivación, la vacunación y a un año de las elecciones nacionales, requiere de toda la ayuda posible desde el componente social.
En especial, porque, como toda tributaria, son dos los juegos que se disputan. Está el pulso en el Congreso -donde el Gobierno Nacional ha logrado sendas aprobaciones en 2018 y 2019- y el pulso con la opinión pública, que le costó en la primera tributaria más de 20 puntos de favorabilidad al presidente Duque.
Lamentablemente, los mensajes sobre esta alza de impuestos en el año de la reactivación desde la Casa de Nariño y el equipo económico han sido erráticos. Pasamos, sin fórmula de continuidad, de “subir impuestos en medio de la pandemia sería suicida” a la “doble necesidad nacional: proteger los programas sociales y estabilizar las finanzas públicas”.
No hay tiempo para que los colombianos conozcan, y mucho menos comprendan esta nueva “agenda de transformación social sostenible” antes de que arranque el difícil debate parlamentario. Como no se tiene claridad de qué transforman ni por qué deben ser sostenibles, los programas sociales servirán más para mitigar el impacto de aprobar impuestos antes de elecciones que para construir una agenda social del 2022.
Francisco Miranda Hamburger
framir@portafolio.co
Twitter: @pachomiranda
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