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El negociador europeo para el 'Brexit', Michel Barnier, advirtió este miércoles al Reino Unido que las negociaciones de divorcio no serán "rápidas ni sin dolor", en un contexto de tensión a ambos lados del canal de la Mancha sobre la factura de salida y una polémica cena.
"Algunos crean la ilusión de que el Brexit no tendrá un impacto material en nuestras vidas o que las negociaciones podrían cerrarse rápidamente o sin dolor", indicó Barnier, tras desvelar sus planes para el proceso de divorcio. Londres no tardó en reaccionar.
La primera ministra británica, Theresa May, aseguró que "algunos" en Bruselas no quieren que las negociaciones del Brexit vayan bien y acusó a la UE de injerencia en las elecciones británicas anticipadas al 8 de junio. Este nuevo cruce de declaraciones llega en un contexto ya tenso tras la revelación de los detalles de la indigesta cena del pasado miércoles entre May y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Juncker concluyó la cena con la primera ministra británica mucho más pesimista respecto a una eventual salida ordenada de Reino Unido y estimando que May "vive en otra galaxia", según el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung.
El martes, la jefa del gobierno británico se defendió asegurando que será una "mujer condenadamente difícil" en las negociaciones, una descripción sobre ella utilizada anteriormente por un compañero de partido, y rechazando que viviera en "una galaxia diferente".
"Respeto profundamente a la primera ministra británica, me gusta como persona. He señalado que ella es una mujer firme", respondió este miércoles el presidente de la Comisión Europea en Bruselas.
Las negociaciones parecen encaminadas a complicarse en torno a la cuestión de la factura a pagar por Londres, una de las prioridades establecidas por los mandatarios europeos en sus orientaciones políticas del pasado sábado y que Bruselas recoge en sus recomendaciones desveladas este miércoles.
Barnier expresó también que las exigencias europeas no son un "castigo", sino que se trata "únicamente" de "saldar cuentas" respecto a los compromisos adquiridos ya por Reino Unido en el marco de la financiación de los programas plurianuales de la UE que corren hasta 2020.
Fuentes europeas estiman esta factura en unos 60.000 millones de euros, si bien el diario 'Financial Times' indicó que podría elevarse hasta los "100.000 millones de euros" si se consideran las peticiones de Alemania y Francia, especialmente sobre subvenciones agrícolas.
Según el negociador europeo, por el momento no existe ninguna cifra, pero ésta se calculará utilizando una "metodología rigurosa". "Nunca se trató de pedir a Reino Unido un cheque en blanco", se trata de una "salida ordenada con cuentas a saldar", reiteró.
El ministro británico para el 'Brexit', David Davis, indicó que Reino Unido no pagará "100.000 millones de euros" a la UE, y advirtió que, en caso de un divorcio sin lograr un acuerdo con los 27, "no habrá nada a pagar".
Estas declaraciones no sentaron demasiado bien en Bruselas. El presidente de la Comisión Europea dijo que Davis se equivoca "cuando amenaza con estar dispuesto a irse" de las negociaciones, ya que su experiencia en política le dice que "aquellos que se van tienen que volver".
VIVIR, TRABAJAR Y ESTUDIAR
Las otras prioridades para los europeos en la primera fase de las negociaciones con Londres son garantizar los derechos de los ciudadanos europeos en el Reino Unido y viceversa, así como evitar la vuelta de una frontera física entre Irlanda y la británica Irlanda del Norte.
El negociador europeo buscará garantizar el derecho a la residencia permanente tras cinco años de residencia legal, pero advirtió que los derechos también incluyen el acceso al mercado de trabajo, a la educación, a la sanidad.
Con la publicación de estas recomendaciones, Bruselas avanza en su objetivo de que la UE esté lista para negociar desde el 22 de mayo próximo, si bien la negociación formal comenzará tras los comicios anticipados del 8 de junio en Reino Unido convocados por May con el objetivo de reforzarse de cara a la negociación.
Tras lanzar el proceso de divorcio, Reino Unido debería convertirse en el primer trimestre de 2019 en el primer país en abandonar el proyecto europeo. La incógnita es si lo hará con un acuerdo cerrado con sus socios europeos, máxime cuando la cena entre May y Juncker refleja la complejidad de las negociaciones a venir.
Londres quiere negociar simultáneamente el divorcio y el marco de las futuras relaciones con la UE, algo a lo que se oponen los europeos si no se registran avances en las tres prioridades ya apuntadas por el bloque.