El rezago de Colombia en el reciente informe de la ONU, ‘Sostenibilidad y equidad’, es consecuencia, entre otras razones, de la baja inversión en iniciativas de responsabilidad corporativa que no supera el 2,5% de las ventas, de acuerdo con la Andi en el Foro Colombia Responsable.
Aunque este concepto está de moda, lo anterior refleja aún desconocimiento y desinterés, pero quizá más dispersión y confusión al respecto.
Basta observar la proliferación de términos que en una década han aparecido para dar cuenta de la insuficiencia del enfoque, desde ‘responsabilidad social’ hasta ‘creación de valor compartido’, que no difieren esencialmente y no han logrado resolver las vicisitudes emergentes, asociadas al desarrollo sostenible.
Como sea, pese a la errática evolución del concepto, en la práctica las empresas siguen atrapadas en discursos unidimensionales y restrictivos, perdiendo visión de largo, amplio y profundo alcance; en consecuencia, estas verdades incómodas han viciado la crisis de confianza y esperanza que ha movilizado el rechazo global de la sociedad.
He aquí la oportunidad para generar una ventaja diferencial, mediante alianzas estratégicas que permitan concentrar esfuerzos, antes dispersos y redundantes, y apalanquen sinergias en un ambiente colaborativo que madure consolidando su visión como una plataforma de acción común.
Al respecto, la Red Colombiana del Pacto Global, liderada actualmente por el Grupo Energía de Bogotá, promueve cultura y consolida iniciativas orientadas por los objetivos del milenio y los 10 principios que reivindican formas constructivas de hacer negocios.
En dos años de gestión han adherido cerca de 250 organizaciones (empresas, ONG, e instituciones de gobierno, educativas, y gremiales), se han implementado cuatro grupos de trabajo focal (derechos humanos, trabajo infantil, medio ambiente, y transparencia), y se han desarrollado decenas de programas de aprendizaje (sensibilización, capacitación, y gestión de conocimiento), que generan escenarios de diálogo y participación en torno al intercambio de experiencias y la divulgación de mejores prácticas.
Invito particularmente a los sectores con desarrollo acelerado y sostenido: financiero, minero y energético, a conocer y ejercer liderazgo visible desde la red.
El reto es entender que la responsabilidad no es una moda para fortalecer marcas ni reputación corporativa, y no se realiza para mantener tranquilos o calmar ánimos ocasionalmente exacerbados, como ocurrió con Pacific en Colombia, el Deepwater Horizon en el Golfo de México, o los activos tóxicos del sistema financiero global.
Este estilo de liderar negocios, para generar y compartir valor en forma coherente con todos los stakeholders, es un valor no negociable; este desafío significa, en palabras de León Teicher, presidente de Cerrejón: hacer lo máximo posible, no lo mínimo necesario.