Pasiones y diablos del fútbol
Faltan estadios, sedes deportivas y fortalecer el desarrollo de talento en las divisiones inferiores

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Y es que perdimos por W. Jugadores sin tutela, equipos ‘expulsados’ debido a que sus pasivos -principalmente laborales- triplican su patrimonio; reprochable circunstancia que el Gobierno interviene para descongelar la pobre ingerencia de la Federación. Aunque esto tiene sentido, la Fifa, una multinacional tan operante como la ONU, impone veto a esta acción: no hace y no deja hacer, pues no ejerce gobierno corporativo en sus estructuras y tampoco promueve una política de responsabilidad con los diferentes grupos de interés.
Hay fallas institucionales, vacíos preocupantes ante preguntas fundamentales en torno a nuestro fútbol:
a) ¿Es profesional? Aunque se denomina así, por evidente que parezca, implica que necesitamos profesionalizar a jugadores, entrenadores y administradores.
b) ¿Es un negocio? Sí, una industria del entretenimiento, que a nivel profesional tiene ánimo de lucro; como tal, su diagnóstico ofrece todo un análisis de caso: un mercado potencial sin aprovechar, pues, aunque la industria aporta el 6% del PIB, no se desarrollan las marcas, la asistencia a los estadios es baja, la calidad del espectáculo y la logística de los eventos son deficientes.
Faltan estadios, sedes deportivas y fortalecer el desarrollo de talento en las divisiones inferiores, así como cuidar integralmente al deportista, trabajando con coaches para acondicionar su desempeño mental.
Por supuesto, esto requiere financiación; aunque ese no es el problema, pues hay interés del sector privado, aún hay espacio en la televisión, mientras Bavaria y Postobón tienen importantes contratos como patrocinadores de la selección y los torneos, respectivamente.
Pero cuestiono la eficiencia del criterio de asignación y distribución; para el caso de la Liga, con la salida de Protabaco como patrocinador oficial por prohibición legal, Coca-Cola ofreció COP$75 millardos cuyo 60% sería destinado a infraestructura y fortalecimiento institucional; los otros ofertantes fueron Bbva con 45, y Postobón aportando 52 millardos y la hidratación de jugadores. Pese a que en términos absolutos y relativos, y pensando en su viabilidad y sostenibilidad, la primera oferta era mejor, la balanza se inclinó hacia un anticipo de 25 millardos que ofreció Postobón para contribuir a bajar el déficit acumulado por los clubes, cercano a 68 millardos. Una solución cosmética que un año después fue insuficiente; un autogol, un premio a la incapacidad gerencial.
El proyecto liderado por Germán Vargas puede estimular la democratización e inyectar recursos frescos, y la conversión a sociedades anónimas permitiría a grandes inversionistas capitalizar en forma transparente; sin embargo, la euforia del camino a la bolsa es mucho más compleja y sensible en su análisis: paso a paso.
El asunto es que debe haber gerencia que ofrezca resultados, respetando, alineando y compensando a todos los grupos de interés; ¿será que nuestro fútbol, institucional y competitivamente, sigue fuera de lugar?

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