No hay que engañarse. Los negocios los hacen los particulares quienes asumen el riesgo y cosechan los éxitos de las buenas decisiones y deben pagar las consecuencias de los errores. Es una verdad de a puño. La sociedad se beneficia, el gobierno recibe mayores recaudos y las familias progresan. Es una especie de círculo virtuoso.
La acción del Estado no es menor, pues debe garantizar un reglas de juego estables y aunque hay instrumentos de política de corto plazo, el margen de maniobra no es amplio en la mayoría de los casos.
El uso de esos instrumentos, como la tasa de cambio, no es manejada por el gobierno ni por el Banco de la República y la volatilidad no la maneja hoy nadie. Ni la Reserva Federal, ni las autoridades monetarias de Europa y las consecuencias tampoco son previsibles con facilidad.
Dos fenómenos se han juntado en este momento, aunque sin ninguna relación directa, pero que impactan directamente las expectativas, los negocios y la confianza de los agentes, incluyendo a los consumidores.
Lo que hay, en términos económicos detrás del coronavirus es que el mundo convirtió a China en la fábrica global sin pensar que un día iba pagar las consecuencias. Hoy los grandes conglomerados tienen factorías gigantes en el país y a decir verdad no es fácil cambiar el modelo pues las inversiones son muy altas.
Varios empresarios, incluyendo colombianos, están pensando que podría sustituir algunos de esos bienes que los chinos exportan al mundo, argumentando la tasa de cambio de 3.800 pesos por dólar es una oportunidad lo cual es para destacar, pero no es nada fácil y hay que tener mucho cuidado. Y de nuevo es el sector privado es quien debe tomar la iniciativa en este sentido con todo el cuidado y prudencia.
Todo el mundo saldrá afectado con la situación de China y el nivel de incertidumbre seguirá mientras no se tenga de lo que va a ocurrir.
Un segundo elemento perturbador que ha disparado el precio del dólar es la muestra que las grandes potencias no tienen amigos sino intereses y poco o nada importan los asuntos globales.
Rusia y Arabia Saudita, segundo y tercer productores han decidido no hacer un acuerdo para evitar la caída de los precios del crudo.
Criticable o no la decisión, sigue la línea de Donald Trump de poner por encima sus intereses y el poder.
La situación también es delicada para las economías dependientes, en particulares el tema fiscal, pues tienen en el petróleo una fuentes importante de recursos para financiar el estado. Aquí tampoco nadie sabe qué va a pasar y por ahora se espera un aumento en la inflación.
Cuando uno ve a países como España e Italia, la solidaridad social es total con el gobierno, independiente de la ideología, pues hay conciencia de lo que está de por medio es el país y no los réditos políticos. No es propiamente lo que nos está pasando.
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Puede que el problema más importante de Bogotá no sea una conexión efectiva del sistema TransMilenio hasta el aeropuerto El Dorado, pero es inaudito que no se tenga la ruta. Es sencillamente una cosa que no se compadece con los usuarios y las personas que trabajan en el terminal aéreo.
Mario Hernández
Empresario exportador.
mariohernandez@mariohernandez.com