La lucha debe continuar

A pesar de haber logrado en 2024 la incidencia de pobreza monetaria más baja registrada.

28.07.2025 16:03 Actualizado: 28.07.2025 16:04

Ayer el Dane publicó el informe de pobreza monetaria para 2024 con positivos resultados para el país. El año pasado, el porcentaje de habitantes bajo la línea de pobreza registró 31,8%, esto es, una reducción de 2,8 puntos porcentuales frente al 2023. Esta estadística se traduce en la buena noticia de alrededor de 1,26 millones de colombianos que salieron de esta condición socioeconómica.

En el caso de la pobreza monetaria extrema, la incidencia marcó una caída menos pronunciada: bajó de 12,6% a 11,7%, correspondiente a unas 420 mil personas. El nivel en el índice de pobreza monetaria es el más bajo reportado desde los registros comparables, es decir, desde 2012. Lo anterior constituye, sin duda, una bienvenida noticia que se suma a la reciente publicación de resultados positivos sobre el desempeño de la economía nacional en lo corrido de 2025.

También es motivo de optimismo ratificar que ya los porcentajes de pobreza monetaria en el país se encuentran por debajo de los reportados en el 2019, año anterior a la pandemia del coronavirus. Esto quiere decir que Colombia ya se recuperó del severo choque social que significó para las poblaciones más vulnerables la irrupción de la covid-19. A pesar de haber “cerrado” esa brecha, todavía la lucha contra la pobreza requiere del sostenimiento tanto del crecimiento económico como de los esfuerzos gubernamentales.

Un hallazgo del reporte muestra que el peso de las ayudas institucionales en esta reducción de la pobreza monetaria viene cayendo. Mientras que en 2023 los subsidios sociales aportaron 2,8 puntos porcentuales, en la medición de 2024 este aporte bajó a 2,3 puntos porcentuales. En cuanto a la pobreza monetaria extrema, esta contribución pasó de 3,5 puntos porcentuales a 2,6 puntos porcentuales en un año.

Que las ayudas monetarias estatales pierdan, de cierta manera, fuerza en su papel en la lucha anti-pobreza es un tema que amerita mayor análisis. El rol que han desempeñado los programas de subsidios y trasferencias de efectivo en la reducción de la pobreza ha sido fundamental y nunca sobra el espacio para revisarlos y ajustarlos a nuevas condiciones. Más que un llamado a su eliminación -o, como señalaron altos funcionarios del Gobierno, que eran “neoliberales”- la invitación debe ser a mirar sus impactos y rediseñar sus características para tener mejor foco y resultado.

El reporte del Dane ratifica asimismo realidades de la pobreza en Colombia que, al no desaparecer, deben seguir siendo combatidas. La primera es la brecha de género: los jefes de hogar de género femenino suman 36,1% de pobreza frente al 28,4% cuando la jefatura de hogar la lleva un hombre. La cara de la pobreza monetaria en Colombia sigue siendo de mujer, con muchos menores en el hogar, perteneciente a minorías étnicas y con hogares de muchos miembros. La persistencia de esos factores amerita continuar con programas y estrategias que se concentren en esas características.

Otro aspecto preocupante es el geográfico. Riohacha, por ejemplo, fue la única capital donde la pobreza monetaria aumentó mientras que en Sincelejo, Barranquilla y Cali las reducciones fueron de menos del uno por ciento. En Bogotá la baja en los últimos dos años marcó 4,5% y en Ibagué, 5,6%, el doble de la reducción nacional. En resumen, no todas las regiones están disminuyendo la pobreza monetaria al mismo ritmo y con el mismo nivel de éxito. Bienvenidos estos datos de los niveles de pobreza, pero no hay que dormirse en los laureles. 31,8% de población en esa condición no deja de ser una proporción demasiado alta, que demanda del Estado y de la sociedad un combate constante y sin descanso.

FRANCISCO MIRANDA HAMBURGER

framir@portafolio.co

En X: @pachomiranda