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La economía, ¿para qué?

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El énfasis en lo fiscal y el relativo desentendimiento con el crecimiento y el empleo, parecen excesivos. Es cierto que la regla fiscal ayuda a que la economía reciba una buena calificación de las agencias internacionales, y que sería mejor no sobrepasar los límites establecidos para su cumplimiento, pero no forzar un resultado fiscal con el solo propósito de cumplir la ‘regla fiscal’, sin tener en cuenta crecimiento o empleo, no necesariamente es un buen manejo económico.
La acción del Gobierno debe estar orientada a suavizar el impacto de los ciclos económicos, no a intensificarlos. No se puede mantener como restricción que no se va a hacer una reforma tributaria. Ella es indispensable, por razones que no son exclusivamente de coyuntura, sino porque el andamiaje tributario que existe agotó sus posibilidades de dar frutos. Es posible que si se emigra a un esquema tributario más simple y transparente, sea posible reducir tarifas y aumentar el recaudo a la vez, incrementando la base tributaria y facilitando la comprensión, el diligenciamiento y el pago de los gravámenes.
A partir de un nivel relativamente bajo de ingresos, todos debemos pagar impuesto de renta. Las tarifas deben ser progresivas y las exenciones, exclusiones, deducciones de ingresos no constitutivos de renta, limitados, y para cada nivel de tarifas deben existir porcentajes máximos de dichas exclusiones, de tal manera que el impuesto efectivo sea progresivo (hoy sucede lo contrario).
El impuesto a los dividendos no es la panacea que predican muchos de los colegas, pero si se va a establecer, se debe reducir la tarifa del impuesto de renta corporativo para que la carga tributaria total no sea excesiva, y la tarifa del gravamen a los dividendos no debe ser mayor que la del impuesto a la ganancia de capital. El régimen del IVA debe modificarse para que ningún bien quede exento y la tarifa debe ser única, o mínima la dispersión y pocos los niveles.
En materia de crecimiento, la inversión programada en infraestructura hay que mantenerla y defenderla, igualmente para servicios públicos y vivienda. Se debe tener cuidado, sin embargo, de no paralizar a medio país para construir más rápidamente una carretera, como se ha pretendido hacer en la vía a Buenaventura.
Es inconcebible que el Gobierno permanezca sentado sobre un verdadero Potosí, como propietario de millones de hectáreas de tierra, y no sea capaz de ponerlas a producir en el relativo corto plazo. El desarrollo de la Altillanura continúa siendo la opción con mayor probabilidad de generar optimismo, crecimiento, divisas (casi un punto del PIB, de los cuatro del déficit en cuenta corriente) y empleo en el corto plazo, y no hay alguien a cargo de hacer esto realidad. El país entero, los medios y el Gobierno se lamentan de que las exportaciones no reaccionan y la industria continúa paralizada. Mientras todos hagan de corifeos, lamentando la desgracia, nada va a suceder. La economía es para ponerla a producir.
* * * * *
Qué buena idea la de la ‘séptima papeleta’ para ponerle plazo a la negociación. Es una manera de decirle ‘No Más’ a las Farc. Si no le gustó a Piedad Córdoba y al uribismo, mejor aún.
Rudolf Hommes R.
Exministro de Hacienda
rhommesr@hotmail.com
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