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La salud en Colombia está entrando en estado crítico. Desde hace meses, el Gobierno Nacional ha tomado decisiones que, en lugar de resolver los problemas del sistema, han agravado su fragilidad. El objetivo parece ser claro: inducir un colapso para justificar un modelo totalmente público, desmontando el esquema actual sin importar el daño que esto cause a los pacientes.
Ese “shu-shu-shu” con el que el presidente Petro anunció su intención de acabar con las EPS no fue una simple frase. Fue el inicio de una estrategia para asfixiar financieramente a estas entidades. Hoy millones de usuarios viven las consecuencias: demoras crecientes en citas, entregas de medicamentos aplazadas, cirugías postergadas y clínicas sin recursos para operar.
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La Contraloría General, tras una inspección judicial a la Nueva EPS -la más grande del país, con más del 22 % de los afiliados y controlada por el propio
Gobierno- reveló cifras alarmantes: $21,3 billones en cuentas por pagar, $13,2 billones en facturas sin procesar, $15,2 billones en anticipos
por legalizar y una subestimación de $11,1 billones en reservas técnicas. Esto confirma que el sistema está desangrándose y que las decisiones
recientes no han hecho más que profundizar su crisis.
Lista no numerada
A esto se suman los datos de Acemi, gremio de las EPS, que muestran un pasivo consolidado de $29,6 billones en el sector, y un patrimonio negativo de $11,4 billones
al cierre del primer semestre de 2025. La deuda supera los activos en un 164 %.
Detrás de estas cifras hay consecuencias reales: clínicas que deben elegir entre pagar nómina o comprar insumos médicos,
profesionales de la salud sin salario y pacientes cada vez más vulnerables.
Estos números, aunque escandalosos, son lejanos para la gente. Pero en la práctica, indican que cuando una clínica mediana tiene decenas de facturas de 2024 aún sin auditar, su gerente debe escoger entre pagar nómina o comprar insumos críticos.
Además, el Ministerio de Salud ignoró una orden de la Corte Constitucional para ajustar la Unidad de Pago por Capitación (UPC) de 2024 y 2025. Desconoció los datos financieros presentados por las EPS y concluyó, sin base técnica suficiente, que los recursos actuales son adecuados. Afirmó que no es posible hacer ajustes retroactivos y cuestionó los estados financieros aportados por las EPS.
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Las operaciones que no debe realizar. Foto:Portafolio
Esa es una decisión que agrava la crisis.
En medio de este panorama desolador, el “Manifiesto de Keralty” -grupo dueño de Sanitas- se convierte en una bocanada de oxígeno. Tras la sentencia de la Corte que tumbó la intervención de esa EPS por ilegal, Keralty reafirmó su compromiso con las libertades económicas y con el derecho a una atención médica digna. Su presidente, Joseba Grajales, calificó de “devastador” el daño causado por el Gobierno, señalando lo mismo que hoy advierte la Contraloría con la Nueva EPS.
Frase con imagen
Esto es un plan bien trabajado por las estructuras criminales que lo estudiaron y prepararon por al menos dos o tres meses.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGERDirector de Portafolio
Frase sin imagen/sin autor
Esto es un plan bien trabajado por las estructuras criminales que lo estudiaron y prepararon por al menos dos o tres meses.
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Esto es un plan bien trabajado por las estructuras criminales que lo estudiaron y prepararon por al menos dos o tres meses.
FRANCISCO MIRANDA HAMBURGERDirector de Portafolio
La salud no se salva con discursos, se salva con suero: liquidez suficiente, reglas estables, supervisión rigurosa y voluntad de corregir lo que no funciona. El sistema tenía problemas, sí, pero no estaba en colapso. Se podía mejorar. En cambio, se ha optado por el camino del deterioro acelerado. Si no se actúa con responsabilidad y urgencia, el daño será irreparable. Lo que está en juego no es una reforma, es la salud de los colombianos.
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Los activos más Valiosos del mundo durante el primer semestre
La salud no se salva con discursos, se salva con suero: liquidez suficiente, reglas estables, supervisión rigurosa y voluntad de corregir lo que no funciona. El sistema tenía problemas, sí, pero no estaba en colapso. Se podía mejorar. En cambio, se ha optado por el camino del deterioro acelerado. Si no se actúa con responsabilidad y urgencia, el daño será irreparable. Lo que está en juego no es una reforma, es la salud de los colombianos.