Un tema bastante trillado, que comencé mirándolo desde diferentes ópticas, como en aquella columna que hablaba de una sociedad “facebukiada”, publicada hace rato en estas páginas. Quizás no fui el primero en hablar así, quizás hubo otros antes de mí, pero, de ser un evangelizador de la tecnología he pasado a ser un apóstol del buen uso de esta y, en especial, de lo que tiene que ver con niños y adolescentes para que no se agudice el Apocalipsis Cognitivo que estamos viviendo como lo llama el destacado profesor francés Gérald Bronner.
El título es el mismo de una conferencia que ya he brindado en diferentes partes del país. Quizás no tenga la profundidad académica y pedagógica del profesor Julián de Zubiria que ha abordado el tema a raíz de la lectura de “La generación ansiosa” de Jonathan Haidt, como el mismo lo ha admitido y de quien, también, he recogido para mis artículos, investigaciones y para la conferencia mencionada. El otro libro que no puedo dejar de mencionar y que leí primero que el de Haidt es “La fábrica de cretinos digitales” del muy respetado profesor Michel Desmurget; ese solo título les dice mucho, mis queridos lectores.
Mi inquietud comenzó hace un largo tiempo, cuando escribí el paper “¿Qué es la Sociedad del Conocimiento? Una visión desde Valledupar, Colombia” escogido para las Mesas de Trabajo para la Primera Conferencia Mundial sobre Desarrollo de Ciudades, convocada por la UNCTAD y la UNESCO en Porto Alegre, Brasil celebrada en 2.007. Allí planteaba el concepto que todo había comenzado con el proceso de la aparición del habla en los homínidos y con la necesidad de estructurar una forma de nominar a las cosas y a los seres que los rodeaban. Y recojo una teoría antropológica y sociológica que dice que el chisme es un mecanismo de cohesión social en los primates mayores y, por ende, es una de nuestras características atávicas; nos encanta el chisme.
Concluyo que Mark Zuckerberg descubrió, accidentalmente, que la red social que había creado alimentaba esa compulsión natural al chisme y luego el algoritmo descubierto por Google y potenciado por Facebook hizo el resto. Estamos en una sociedad “facebukiada”, vivimos llenos de mentiras, en una burbuja que nos hace eco de nuestras propias opiniones, con una resonancia tan grande que ha convertido al mundo en una gallera de baja calaña.
Lo peor de todo es que ni Zuckerberg ni Sergey Brin ni Larry Page entendieron, en su momento, que el algoritmo no solo nos da un sorbo de dopamina por nuestra adicción al chisme; es nuestra propia adicción a la generación de dopamina la que, verdaderamente, estamos alimentando. El historiador David T. Courtwright, autor de "Capitalismo Límbico: Cómo la adicción se convirtió en un gran negocio" nos ha abierto más los ojos y ahora podemos decir junto con el: “Conforme los placeres aumentaron en número e intensidad, también los vicios y oportunidades para la adicción eran cada vez mayores”.
El descubrimiento de la miel, el hidromiel, el vino y luego la cerveza, abrieron un sendero para la manipulación de las masas a través de sus adicciones que derivó en los videojuegos y en la compulsión al infinito deslizar o scroll en las redes sociales amén de las adicciones a los estupefacientes modernos.
Entonces, no estamos en la Era del Capitalismo de la Vigilancia, nada más, como lo mostró Shoshana Zuboff, estamos en la Era del Capitalismo Límbico, en la explotación de nuestros más íntimos y oscuros deseos de vivir en un estado permanente de alteración emocional, complaciendo nuestras adicciones y embruteciéndonos en un mundo de falsas noticias y manipulación de la verdad por parte de unas elites cada vez más ricas y más indolentes como lo muestra el genocidio del pueblo palestino que estamos viendo, en vivo y en directo, en Gaza, de una manera impávida y morbosa sin que nos mortifique.
Las últimas dos generaciones crecieron con un dispositivo electrónico en la mano; incluso lo convertimos en un biberón electrónico, ¡QUÉ HORROR! Ya el daño está hecho. Son niños y jóvenes que tienen un nivel de lectura muy bajo, en términos generales. Todo lo quieren ya y en su celular. Han estimulado el crecimiento y el uso de los pulgares y ahora, con la IAG, no quieren pensar. Marginados Digitales, Zombis Digitales.
Ya los países nórdicos nos dieron ejemplo y comenzaron a sacar los dispositivos electrónicos de las aulas. Se necesita más lectura, más juegos de mesa, más juegos al aire libre para que dejemos atrás a esa generación ansiosa que ha elevado las estadísticas del suicidio juvenil de manera espantosa.
Todavía estamos a tiempo que la IA y la IAG no nos avasallen. Necesitamos URGENTE la implementación de la Catedra UNESCO de Alfabetización Mediática e Informacional en todos los colegios del país. Un buen comienzo es la conferencia mencionada.